Aunque
los psicólogos conocemos a fondo el modelo médico y sus implicaciones
(hipotético-deductivo, cuantitativo, basado en la evidencia, centrado en
técnicas, positivismo de las ciencias naturales,…) cuando una persona es atendida
en una consulta se tiene más presente un modelo centrado en relaciones (Tizón, 2010; Pérez-Álvarez, 2019) y en la persona (Rogers, 1961), dialógico, narrativo, situado, en primera persona,
descriptivo. La praxis psicológica cumpliría para las personas la función de recuperar
la palabra perdida (Seguí, 2015), el sentido y la intención.
Sherry
Turkle (2017), en defensa de la conversación presencial en la era digital, comenta que en la terapia oral el terapeuta crea un espacio en el cual el
paciente o consultante puede comentar lo que se le pasa por la cabeza sin
autocensurarse y permite analizar relaciones pasadas y su relación con el
presente.
La
psicoterapia es una tecnología y un espacio con un tipo especial de diálogo, un lugar de acompañamiento para volver a un ajuste o recuperación psicosocial, un contexto protegido en el
cual se da una audiencia que escucha empáticamente, da una explicación a los sucesos, fija
unos objetivos. En la psicoterapia se da un espacio vivido en el cual se pueden
reactivar en el aquí-ahora de la relación terapéutica (Fuchs, 2007)
determinados contenidos verbales. En ocasiones será preciso concretar una tareas intersesiones que faciliten la terminación de la terapia.
En
esta entrevista semiestructurada y/o no estructurada en tiempo real, situada, personalizada con la
persona-ahí se introducirían técnicas de evidencia científica dentro del
proceso de cambio, pero el marco de relación y calidad humana
precede a la ciencia (por ejemplo la que hay en la teoría de los marcos relacionales, en los manuales protocolizados de práctica profesional sesión a sesión, en las bases de datos especializadas, etc).
Es un proceso la psicoterapia que a veces requiere más tiempo que un asesoramiento psicológico
puntual de unas cuantas sesiones.